lunes, 21 de noviembre de 2011

Nana imposible

Tenía preparada mi guitarra. Y mi alma empezaba a sentir sensaciones nunca vividas, a pensar en momentos de disfrute que estaban por venir. No tenía aún letra la nana, ni melodía. Sólo era un deseo inmenso, una inquietud, una ilusión infinita por algo grande que la vida nos quería regalar. Sueños que estaban a punto de hacerse realidad. El brillo de nuestros ojos reflejaba felicidad, a pesar de los tiempos difíciles... ¿Y cómo sería? ¿De qué color los ojos? ¿Y el pelo? ¿A quién se parecería? Habría que ir preparando la ropita, y el sitio más acogedor de la casa para poner una cuna... ¿Los patines rosas o celestes...? ¿Y qué nombre le pondríamos...? No tenía aún letra la nana, ni melodía, pero empezaba ya la música del corazón a vibrar con los latidos del amor más inmenso. Y hacíamos cuentas, y las cuentas salían multiplicadas por nueve lunas, para romper las aguas de la primavera tardía por el almanaque del mayo rociero, domingo de Pentecostés. ¿Y cómo serían las noches velando tus sueños? ¿cómo tendrías la sonrisa? ¿cuál sería tu primera palabra? Soñaba con tus primeros pasos, con tus travesuras, con tu inocencia, con tus inquietudes.... Soñaba con tenerte en mis brazos, con mecerte en la cuna.... soñaba con pasearte por el parque y subirte al columpio de mis anhelos.... Y soñaba con que te quedaras dormido cantándote una nana.... una nana de amor. No tenía aún letra la nana, ni tampoco melodía.
Soñaba con oír tu primer llanto, que me sonaría a música celestial.... soñaba verte por primera vez, sentirte caliente en mis brazos cuando vieras la luz... oírte llorar al venir a la vida y llorar contigo de felicidad... pero no tuviste fuerzas para cantar tu presencia, porque antes de la tercera luna Dios quiso que tu corazón dejara de latir.
No tenía aún letra la nana, ni tampoco melodía. Porque era una nana imposible. Por eso seguiré soñando contigo en mi dolor, y me resignaré a recordar para siempre el tiempo breve de ilusión en que me sentí padre.

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